Qué es el producto mínimo viable (MVP)

Las empresas y emprendedores deben ir dando pasos pequeños antes de lanzar un producto de manera masiva. Así se minimizan riesgos y se tiene una buena cantidad de información que han aportado esos primeros clientes. En este artículo vamos a hablarte sobre el producto mínimo viable (MVP), que no deja de ser una excelente estrategia para poner en marcha productos sin tener que desarrollarlos de forma completa.

Lo que necesitas saber sobre el producto mínimo viable

Consiste básicamente en la versión básica de un producto que va a ser lanzado, y que posibilita obtener la máxima información y feedback posible, sin tener que realizar un esfuerzo demasiado elevado. Es una manera de conocer cómo se puede comportar un producto una vez que se lance al mercado, teniendo información viable y verificada. El producto mínimo viable, o MVP  por sus siglas en inglés, ayuda a minimizar los recursos invertidos y el tiempo en el que ese producto va a estar en fase de desarrollo.

Permite a las empresas obtener grandes ventajas que pueden resumirse en estos aspectos. Por un lado, saber cómo los usuarios interaccionan con ese producto, obteniendo información de cuáles son sus puntos fuertes y débiles antes de establecer una estrategia de lanzamiento final.

Gracias a ese feedback se pueden realizar las correcciones oportunas y evitar que ese producto llegue al mercado con fallos graves. Un MVP se textea siempre con usuario reales, evitando, por otro lado, que la inversión económica sea demasiado elevada. Siempre hay clientes deseosos de probar nuevos productos antes de que se lancen al mercado global.

Un modelo muy conocido y usado

Hay empresas muy conocidas que han puesto en marcha esta estrategia antes de lanzamiento finales. Una de ellas es Airbnb, cuyos mentores comenzaron alquilando un solo apartamento propio y viendo cómo funcionaba. Es decir, no desarrollaron la plataforma y luego introdujeron el producto, sino al revés. En el caso de Amazon también fue similar. La plataforma de venta más famosa y grande del mundo empleó en sus comienzos esta estrategia vendiendo de forma local allá por el año 1994. No cabe duda de que fue una idea que funcionó y que evitó qué la inversión económica fuese demasiado elevada en un principio.

Es obvio que todavía se siga utilizando como estrategia para reducir costes y evitar fracasos en el lanzamiento de un producto que no termine respondiendo como se esperaba. Nos han tocado unos momentos muy difíciles, más todavía para las empresas, y por esa razón, minimizar cualquier tipo de riesgo es prácticamente una obligación.

Esta poderosa herramienta gran cantidad de tiempo, esfuerzo y recursos económicos. Las empresas van buscando poner en marcha productos que sean capaces de ser útiles para los usuarios y que se produzca una conexión automática con ellos. No cabe duda de que la estrategia del MVP posibilita ir dando pasos firmes de manera efectiva y con un importante sentido de mejora.

Ventajas de aplicar los MVP

De esta manera, un producto puede entrar de manera más rápida en el mercado y hacerlo con mayores posibilidades de éxito. Toda la información que proporcionan esos primeros clientes que testean el producto es un increíble campo de pruebas con el que obtener un MVP relevante. Posibilita además ahorrar costes a la hora de producir, además en el proceso de marketing y desarrollo. Si hay algún aspecto de ese producto o servicio, que no termina de convencer, es el momento adecuado para dar el giro necesario y conseguir el producto que realmente se necesita, ese que los clientes van a terminar aprobando.

Sin embargo, también existen una serie de problemas asociados a los MVP. Por ejemplo, que se produzca alguna filtración de ideas y que puede ser aprovechada por la competencia para lanzar antes el producto o incluso, mejorarlo. En todo caso, es necesario hacer notar que los MVP son la mejor estrategia que puede tener una empresa en las fases primigenias de un producto. Es evidente que esta estrategia posibilita ir con paso firme hacia el producto o servicio que queremos desarrollar, evitando la incertidumbre o el método del ensayo-error, que puede resultar bastante más farragoso.

Cuando tengas delante cualquier producto novedoso piensa que lo más probable es que haya pasado por una fase de un MVP antes de que lo tengas en las manos. El desarrollo de un producto implica muchas horas de trabajo, pero son los clientes finales, los que dan su aprobación y visto bueno. Por eso, esta estrategia que se usa tan a menudo forma parte integral de un proceso de producción mucho más complejo y que tiene como cometido agradar y proporcionar soluciones finales. Estas deben ir en consonancia con el público objetivo, ayudarles en su día a día y hacer de ese producto concreto una solución válida a sus necesidades. Si no, las buscará en la competencia.

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